La Inteligencia Artificial (IA) ha demostrado un gran progreso en la detección, diagnóstico y tratamiento de enfermedades. El aprendizaje profundo basado en redes neuronales artificiales, ha permitido aplicaciones con niveles de precisión muy cercanos a los profesionales capacitados en tareas que incluyen la interpretación de imágenes médicas y el descubrimiento de compuestos de fármacos. No es sorprendente que la mayoría de los desarrollos de IA en el cuidado de la salud satisfagan las necesidades de los países de ingresos altos (PIA). Por el contrario, se discute poco sobre lo que la IA puede aportar a la práctica médica en los países de ingresos bajos y medianos (PIBM), en donde podría desempeñar un papel importante para abordar las desigualdades mundiales en la atención de la salud a nivel de paciente individual, sistema de salud y población.
Las condiciones de salud en los PIBM y PIA están convergiendo rápidamente, como lo indica el cambio reciente de la carga mundial de enfermedades infecciosas a enfermedades crónicas no transmisibles (ENT). Estos desafíos han sido fundamentales para los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, incluido el objetivo de reducir en un tercio la mortalidad prematura por ENT para 2030. La IA tiene el potencial de impulsar y sostener los esfuerzos hacia estos ambiciosos objetivos.
Las intervenciones de IA para la atención de la salud en los PIBM se pueden dividir, en términos generales, en tres áreas de aplicación. La primera incluye herramientas de bajo costo basadas en IA que se ejecutan en dispositivos móviles para abordar, principalmente, enfermedades comunes. Con el aumento de los teléfonos inteligentes, aplicaciones de IA pueden guiar el estilo de vida y la nutrición, permitir la autoevaluación de los síntomas y brindar asesoramiento en el embarazo.
La segunda área de aplicación se enfoca en necesidades médicas más especializadas, con el objetivo de apoyar la toma de decisiones clínicas. La IA puede permitir que los médicos de atención primaria no especializados realicen tareas especializadas, incluida la lectura de imágenes de radiología y patología, y solo derivar a especialistas si es necesario. La tercera es ayudar a las políticas públicas de salud, como asignar adecuadamente los recursos, mitigando por ejemplo, el progreso de una pandemia, o recopilar datos en países de bajos ingresos donde la IA ayude a mantener actualizados datos nacionales de cáncer.
Frente a este escenario y para el avance que se requiere en la convivencia con esta tecnología, era necesario e indispensable la creación del primer Doctorado en IA para nuestra región y el país (único en Latinoamérica), el que ha sido formulado en consorcio entre las universidades que integran el CRUCH Biobío-Ñuble (UCSC, UdeC, UBB y USM) y es una iniciativa financiada por el Gobierno Regional del Biobío, a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC-R).
Dra. Carola Figueroa Flores
Integrante del Comité Académico del Proyecto “Capital Humano Avanzado en Inteligencia Artificial para el Biobío”.
Académica de la UBB