Hace 70 años cuando la Inteligencia Artificial (IA) comenzaba a ser nombrada en algunas universidades o laboratorios científicos, las expectativas que se tenían de esta herramienta eran pocas, su mismo creador, Alan Turing, la restringía a algunas pocas aplicaciones, sin poder vislumbrar lo que vendría. En 1990, aproximadamente, a pesar de transitar por un periodo oscuro donde el avance de la IA fue casi nulo, las expectativas sobre sus usos habían crecido: hablábamos de sistemas que podrían imitar a expertos en distintas disciplinas, o bien, la visualizábamos en androides con capacidades asombrosas, especialmente para asistir en la mayoría de las tareas al ser humano.
En los últimos 15 años esta herramienta se ha presentado en sociedad, madura, llena de atributos, de aplicaciones impensadas, con muchas más implicancias de la que su creador nunca soñó.
Lo anterior ha llevado a considerar mundialmente a la IA como una herramienta que, con sus ventajas y desventajas, puede apoyar el desarrollo de la sociedad y su relación con el entorno, transformándose en una prioridad que impacta directamente en las políticas públicas. En este sentido, Chile se encuentra entre los países que han desarrollado una política de IA que busca integrarla al sistema productivo, estudiar las implicancias éticas y legales de su utilización y las formas cómo se debiera incorporar al sistema educativo.
En lo inmediato, una de las principales áreas que se ve beneficiada con el desarrollo de la IA es la Educación, al considerar no solamente la utilización y creación de tecnologías inteligentes para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje, sino además al asumir la importancia que conlleva el educar en la comprensión de la forma cómo operan estas tecnologías, de los beneficios que trae a la sociedad y al entorno, de los riesgos y responsabilidades que tenemos al utilizarlas.
Este desarrollo ha permitido que hoy convivamos con muchas tecnologías inteligentes que utilizan diversas técnicas de IA, por ejemplo, asistentes de voz con los que interactuamos para solicitar tareas (como Siri o Alexa), robot para el hogar que colaboran en las labores cotidianas, juegos para la recreación y para la educación, redes sociales con sistemas de publicidad automática, de reconocimiento de plagio o para detectar agresiones entre los usuarios, sistemas de defensa o de protección ciudadana y cientos de iniciativas que ya comienzan a colaborar en la sustentabilidad de nuestro entorno y del ecosistema en general.
Frente a este escenario y para el avance que se requiere en la convivencia con esta tecnología, era necesario e indispensable la creación del primer Doctorado en IA para nuestra región y el país (único en Latinoamérica), el que ha sido formulado en consorcio entre las universidades que integran el CRUCH Biobío-Ñuble (UCSC, UdeC, UBB y USM) y es una iniciativa financiada por el Gobierno Regional del Biobío, a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC-R).
Dr. Pedro Salcedo Lagos
Integrante del Comité Académico del Proyecto “Capital Humano Avanzado en Inteligencia Artificial para el Biobío”
Profesor Titular UdeC